viernes, 24 de agosto de 2007

HISTORIAS DE MIEDO por María Alicia Demársico



El blog HISTORIAS DE MIEDO es el resultado de un proyecto realizado por los chicos de Noveno B del COLEGIO MALLINCKRODT.


La idea de armar este blog surgió a partir de la lectura y la narración oral de cuentos e historias fantásticas en las clases de LENGUA Y LITERATURA durante el invierno de 2oo7.


Las Historias de Miedo seducen al hombre desde tiempos inmemoriales por el sólo placer de hacerlo sentir al borde de lo desconocido, rozando los límites de aquello que no es capaz de entender por la razón pero que su imaginación le dicta al oído que podría ser verdadero.


Son historias que hacen sentir un escozor en la espalda y que circulan de boca en boca, despertando una curiosa incredulidad por eso, después de haberlas contado y redactado, los chicos las volcaron en esta página para poder compartirlas.


Recorriendo estas entradas de blog hallarán cuentos con hadas, espíritus misteriosos que se niegan a descansar en el sueño de la muerte, jóvenes curiosos que intentan conjurar almas del más allá como si fuera un juego y otras fantasías similares en un marco adolescente.


Los invitamos a visitar estas narraciones y a postear las de su agrado.

TENÍA QUE CORRER de Yasmín Egea
















Corría y corría, no podía parar, tenía que correr lo más que pudiera si no, no sé lo que hubiera pasado.
Todo comenzó en un campamento que no quería ir. Tenía 15 años y me sentía grande para ir y aun más, si mis compañeros se enteraban de esto seria el hazmerreír durante todo el año.
Pero al final tuve que ir al llegar estuve apartada de todos con mi ipod en la mano i los auriculares puestos con la música a todo lo que daba solamente quería hacer mi mundo, mi vida, o sea, desaparecer.

Había planeado hacer lo mismo todos los días, apartarme y escuchar música. Pasó un día, dos, tres. Al cuarto día llegó una chica con una sonrisa enorme y un peinado raro del cual nunca me podré olvidar por lo gracioso que era, no falta aclarar que era la tentación de todos los días. Con voz suave me dijo:
-¿Yas no querés venir a jugar al juego de la copa esta noche con mis amigos y amigas?
Yo sorprendida me quedé, ya que chicos no podían ir entonces le dije que sí pero sarcásticamente; a la noche no iría e inventaría que me había quedado dormida.


Al pasar las horas me quede pensando y se hicieron las 11 y me fui a la cabaña, habían unos cinco chicos y unas cinco chicas con cara de sorprendidos me miraron y comenzamos a jugar. Ahí fui conociéndolos más y mas hasta me sorprendí al ver que la mayoría escuchaba mi estilo de música, comenzaron las carcajadas, empezó la tensión.


Pusimos el tablero, los números, las velas alrededor del tablero, la copa en el centro y apagamos las luces. Como siempre sucede, nadie creía en este juego pero era atrapante, continuamos riendo y comenzamos.
- Santiago deja de mover la copa, gritó Camila.
Habría pasado alrededor de una hora y como no había señal de nada decidimos cortarla pero con una pregunta final.


No nos podrías dar una señal para ver si estas acá? dijo Santiago, y en ese momento fue la tentación de todos y nos empezamos a reír y el muy enojado se levantó y se fue.
Al día siguiente muy cansados estábamos todos entonces decidimos ir a caminar un rato por el parque a conocerlo ya que era el día libre en donde todos podían hacer lo que querían siempre y cuando hubiéramos avisado a nuestro coordinador Martín , un chico de unos 23 años que para decir no estaba tan mal . El nos dio permiso pero nos pidió que a las 18:00 p.m. estuviéramos de regreso si no llamarían a nuestros padres y nos sancionarían.


Burlándolo nos fuimos y empezamos a recordar la noche anterior en la cual todos muy decepcionados nos habíamos quedamos excepto Santiago, el sentía que algo iba a suceder pero no le dimos mucha importancia, al cabo de una hora de caminata decidimos sentarnos y vimos que para un bote de unos pescadores y nos ofrecieron fuego, todos nos quedamos mirando como diciendo: ¿alguien pidió fuego? Nosotros con cara de sorpresa les dijimos que no y decidimos irnos ya que nos habían asustado un poco.


Al cabo de otra media hora nos encontramos con un grupo de chicas mayores que nosotras y vino una corriendo y nos ofreció fuego. Nos miramos nuevamente con sorpresa ya que nadie había dicho nada, con excepción de Sabrina que había saludado a una. Como siempre Santiago y con acotaciones nos frustraba más.


Al mirar le reloj descubrimos que eran las 17:52 y que por lo menos habríamos caminado como 1 hora así que nos iban a matar y realmente nadie quería ser sancionado. De repente salió un hombre de la nada, con el cual me pegué un gran susto y nos ofreció fuego. Ya parecía un chiste y empezamos a enojarnos con Santiago ya que siempre nos decía cosas como , les digo que no es broma el juego de la copa, yo les avisé que era peligroso.


El hombre nos ofrece fuego yo muy enojada dije – ¿Fuego? ¿Acaso alguien necesita fuego? Y el hombre con violencia dijo: - ¿Entonces para que me pidieron una señal?

Tardamos cinco segundos en darnos cuenta y empezamos a correr.
Yo iba a la par de Tomás un chico que había conocido ahí con el cual disfrutaba mucho mis tiempos y tenía un gusto musical bastante bueno.
- Nos perdimos- gritó Tomás, yo asustada, eufórica, alterada empecé a llorar y tomas trataba de calmarme pero yo sabía que algo nos estaba pasando . De repente escuchamos un alarido
- Es Sofía- grité.


Eso me puso peor e hizo que me debilitara más. Tomas decidió que nos sentáramos un rato para poder descansar. Nos quedamos dormidos dije yo, ya eran las 20:00 por suerte era el verano y recién empezaba a oscurecer, fue un segundo en el que de repente el señor que nos había ofrecido fuego ataca a Tomás, entonces yo asustada…

UN GRITO MUY AGUDO de Carolina Ferrando


Una noche de verano, sus padres habían ido a cenar a un restaurante lejano a su campo, ya que estaba situado a unos 20 Km. de la población más cercana. No tenía a nadie cerca.
Era morocha, con pelo lacio, muy lacio y ojos verdes que parecían pasto. Alta, delgada, de tez blanca, muy inteligente también. Era tímida, sensible. Una mezcla de todo.

Había llegado la hora de cenar, por lo que fue a la cocina a prepararse una pizza, cuando escuchó ruidos, pero para tranquilizarse prendió el equipo de música a todo volumen, y así no escuchar ningún ruido que pudiera asustarla, aún sabiendo que la última vez que lo había hecho había explotado un parlante.

No era una noche muy agradable, las nubes habían bajado, era muy difícil ver en esas condiciones. El chillar de las lechuzas iba aumentando. También se sentía un calor, realmente abrumante.

Ella, ya sin saber qué hacer, se sentó a mirar fotos, cuando sintió una fría brisa que pasaba por detrás. Sintió un escalofrío y automáticamente giró su cabeza en sentido contrario a las agujas del reloj. Vio una sombra que se asemejaba a la de un hombre que caminaba muy lentamente. Asustada, se escondió detrás de un sillón que estaba a un costado de las escaleras. Esperó dos minutos, y como nada sucedió, salió de su escondite y siguió mirando fotos.

Escuchó un sonido, una vibración que provenía del baño, y recordó que podía ser el celular. Fue corriendo y cuando atendió cortaron. Se cerró la puerta. Dudó en reaccionar, no sabía si gritar, o quedarse ahí, en silencio. En esos segundos de meditación, sintió unos pasos que subían por las escaleras. Cada vez se sentían más fuerte. Durante un minuto se hizo un silencio total, y fue ahí cuando logró tranquilizarse.

Estaba por abrir la puerta para salir, cuando escuchó un grito muy agudo, de una mujer, como si la estuvieran asesinando. Por momentos pensó que todo esto podría ser fruto de su imaginación. Con mucho temor, subió y cuando llegó al escritorio, vio al hombre, y vio algo como si fuera una mancha enorme de sangre, pero nadie sobre ella. Se dio vuelta y salió corriendo, pero ya era tarde. El hombre le había clavado un hacha en la espalda, y así murió.

LAS AVENTURAS DE JUAN Y MARTÍN de Delfina García Salas


Juan y Martín eran dos grandes amigos. Comenzaron la escuela primaria juntos y estaban cursando primer año de Polimodal.
Juan era muy alegre, le gustaba hacer chistes con sus amigos y salir con ellos a divertirse. En cuanto al estudio su materia preferida era Matemática pero no era muy estudioso. Martín en cambio, era más introvertido y le gustaba estudiar para no llevarse materias a diciembre.

Un verano fueron al campo que los padres de Juan tenían en Córdoba. Allí los dos jóvenes se divertían andando a caballo, o por las tardes les gustaba bañarse en el arroyo cerca de la casa. Una mañana muy calurosa los dos amigos fueron a un nuevo arroyo que se encontraba más alejado.

Cuando llegaron el sol los sofocaba y se tiraron dentro del agua con sus ropas. Luego se secaron al sol y la piel les ardía y sus labios se agrietaron.

Martín se quejaba de sus quemaduras y empezó a caminar, cuando encontró una entrada oculta por dos árboles inmensos. Se animó a entrar y descubrió una cueva oscura. Como podía ver lo que allí había, decidió volver para buscar una linterna.
A la media hora regresó con Juan y su linterna

Entraron despacio, sin hablar, iluminando el lugar con la pequeña linterna. Enredaderas colgaban del techo y les tocaban el rostro, ramas con espinas les rozaban sus piernas y los lastimaban. Juan pisó una roca y se cayó, al gritar la puerta de entrada se cerró. Martín corrió para abrirla pero no pudo, habían quedado encerrados.

Juan se levantó con esfuerzo, sentía un gran dolor en su pie derecho Estaban asustados, el lugar les daba miedo, no podían salir ni tampoco gritar por ayuda. Las horas pasaban, los jóvenes tenían sed y hambre. A Martín le costaba respirar porque le faltaba aire, se empezó a desesperar hasta que la puerta se abrió y un hombre muy alto, viejo y con voz fuerte, los vio y se enojó mucho. No los dejo salir.

El los hacia trabajar y les daba de comer. Si no, les pegaba con un látigo o no les daba comida. Un día Martín se hizo el dormido mientras el viejo estaba comiendo de espaldas y lo ató con unas ramas fuertes que había unido durante diez días. Juan lo ayudó, lo dejaron tirado en el suelo y lo ataron a varias rocas para que no se moviera. Salieron corriendo del oscuro lugar y volvieron a sus casas, flacos y débiles.

Nunca más regresaron al campo y sus padres, después de esa tragedia, lo vendieron. La policía arrestó al hombre.
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SEÑALES de María Clara del Torto

















Mi casa es la más envidiable de todo el barrio, tiene cuatro pisos, un subsuelo, un jardín enorme, una pileta climatizada, un yacuzzi y más lujos que me puedo dar ya que tengo el trabajo mas exitoso que todo hombre desearía tener y el salario es elevado. También tengo una casa de fin de semana que acabo de comprar para reunirme con familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc. Vivo solo en mi mansión y salgo mucho a caminar por las calles, me gusta mucho pero las compras no las hago yo, las hace mi mayordomo porque yo no soy para nada sociable y me da vergüenza hablar con los dueños de los mercados.

Toda la gente chismosa habla sobre mí y yo no se si eso es malo o bueno, yo nada más escucho a la gente diciendo mi nombre. Una vez escuché a mi vecina, cuyo nombre no me acuerdo , diciendo lo egoísta que era yo al tener una mansión enorme con miles de lujos que ni aprecio ni comparto. El otro día me la crucé y me dijo que era una persona muy afortunada al tener todas las cosas que tengo, los lujos que me puedo dar y que podía pedirle cualquier cosa a ella cuando la necesitara. Luego me pidió que le prestara 200 $.

Yo me quedé muy confundido ya que hacía 24 horas me había dicho egoísta. Igualmente le di la plata sin pensar y me fui a acostar. Capaz que por esta clase de personas mi papá no quería que conociéramos el mundo. Sin embargo, en el mundo todavía existe gente buena. Supongo. Cuando llegué a mi casa me acosté muy confundido por lo que me había dicho mi vecina. Yo no tengo todos los lujos que deseo. ¿Acaso la amistad no es un lujo? ¿Y la familia, los hermanos, los sobrinos? ¿Acaso pasar la Navidad, los cumpleaños, las fiestas, las pascuas, las vacaciones con familiares o amigos no es un lujo? Todos esos lujos yo no los poseo y son los que más deseo en el mundo. Es decir, ¿para que quiero mi casa de fin de semana si no tengo con quién ir? ¿Para que quiero mis 4 pisos si no tengo gente? Se confundió mucho mi vecina, ya tendré tiempo para explicarle las cosas. Supongo.


Mi mama murió cuando yo tenia 5 años y mi papá nos abandonó en un subsuelo debajo de las calles a mí y a mis hermanos, nos dijo que el mundo era horrible y no quería que nosotros la pasáramos mal o nos sucediera algo malo. Solo venía por la noche a darnos de comer y a traer cosas imprescindibles porque trabajaba todo el día. Siempre trató de darnos lo que é l mas podía pero mis hermanos y yo queríamos conocer el mundo, conocer el sol que no sabíamos lo que era, lo leíamos en libros pero no sabíamos nada de él solo que era amarillo, brillaba mucho y que salía de día según lo que leíamos.

Una vez decidimos escaparnos y conocimos el mundo. Nos separamos y nos olvidamos de todo, cuando cada uno quiso volver a casa no encontró el camino correcto ya que nos alejamos mucho. Desde ahí que no sé nada de ellos ni de mi papá. Lo decepcionamos mucho seguramente y defraudamos. En realidad nosotros lo abandonamos a él, siempre nos quiso dar lo mejor y nosotros huimos. A partir del subsuelo donde viví con mi familia, construí mi casa pensando que alguna vez volverían mis hermanos y mi papá.

Cuando tenia ya 10 estaba viviendo en la casa de mis padres adoptivos y a los 18 me fui a estudiar y a conseguir trabajo luego. No conseguí amigos ni siquiera compañeros. Durante estos años descubrí lo aburrida que es mi vida sin amigos y sin familiares a pesar de los ‘lujos’ que tengo. Por eso una noche quería buscar algo arriesgado para hacer, algo peligroso, algo tenebroso, algo que me pudiera costar la vida; total no tenia nada que perder, nadie se iba a poner mal por mí, nadie iba a sufrir por mí. Podría suicidarme o matar gente. Pero después pensé estoy loco porque voy a matar a personas que no tienen nada que ver con mi desgracia y con mi soledad ¿por que no me mato yo mismo? Pero me detuve porque una vez cuando fui a mi casa el sacerdote explicó que matar es pecado y suicidarse es peor porque Dios nos regala la vida para algo no para que la tiremos a la basura. Entonces me enojé mucho y empecé a gritar, me di cuenta que todos los vecinos se asustaron pero no me importó. En la mesa había una copa de cristal que brillaba mucho y me llamo la atención esa noche. Me quedé mirando la copa durante mucho tiempo, me entretenía. Podría ser la única cosa que me entretenía en el mundo porque la televisión y la computadora no me interesan para nada, por supuesto no pienso igual que toda la gente. Las personas están obsesionadas con estos aparatos. Mi papá tenía razón. Supongo. En ese momento tocó el timbre mi vecina. Al escuchar el ruido me asusté y tire la copa.

Hice pasar a mi vecina. Le dije que había destruido lo único que apreciaba en el mundo. Y lo único que quería en ese momento. Entonces ella se asustó pensando que estaba borracho, agarro otra copa de mi cocina y se marchó. De pronto me acordé de ese juego de la copa que tanto jugaba con mis hermanos. Coloque todos los elementos y me quedé tranquilo esperando. Cuando me comuniqué al fin con un espíritu le pregunté su nombre pero no me quiso decir y él me preguntó como estaba .Y cuando estaba empezando a hablar la copa se descontroló y no dejo de moverse. Entonces lo calmé y le pedí una señal para que me ayuden a encontrar a mis hermanos y a mi papa. Ellos me contestaron El Fuego y tu corazón te guiaran.Le conté lo aburrida que era mi vida y lo tanto que quería que me pasara algo inolvidable: encontrar a mi familia. Y lo único que me decían era ESTATE ATENTO y SABRÁS QUIENES SOMOS.

Yo me fui educadamente pensando que a los espíritus no les había interesado mucho lo que les pedía. Cuando salí a la calle a caminar, como todos los domingos, dos muchachos vestidos de rojo y naranja me preguntaron si quería compartir la fogata con ellos. Me vieron la bolsa con pan y en seguida me llamaron.
No – les respondí. Seguí caminando y un muchacho mayor que los otros dos me pidió ayuda. Su cuadro se estaba quemando me pidió mi saco para poder apagar el fuego y yo le dije que no y seguí caminando. El cuadro se parecía mucho a los que pintaba mi hermano por eso decidí volver y ayudarlo con una botella de agua. El me agradeció pero yo seguí mi rumbo por la calle. De repente escuché una voz que me decía- tu corazón, falta eso. Tenés que sentirlo- Seguí caminando y se me acercó un viejito con bastón que parecía una persona más normal que los muchachos. Tenía tapada la cara y ropa rota y sucia. Le di un dólar pero no lo acepto. Me ofreció fuego y le dije que no. Me volvió a ofrecer y le respondí que no en un tono mas fuerte. Luego mi papá me preguntó: ¿Entonces para que se lo pediste a tus hermanos?

PASABAN COSAS MUY EXTRAÑAS de Camila Eyherabide

Empezaban las vacaciones de invierno, hacia mucho frío y yo, María, mi mejor amiga Victoria y otras compañeras más del colegio como Antonela y Belén no nos iríamos de vacaciones a otros lugares por eso, un día fuimos a una casa y luego de buscar información y decidimos jugar “al juego de la copa”, leímos unas instrucciones, preparamos todo, y esperamos que la familia de mi amiga se fuera a dormir para comenzar.

Al principio, todo era un chiste, ya que la copa no se movía y estábamos por sacar los dedos de encima, esta se empezó a mover, yo me paralicé, nunca pensé se movería. Tenia miedo pero arruinaría todo si soltaba la copa, ya que me dijeron que cuando un participante se va el espíritu que está adentro de la copa sale, y no para hacer el bien.

Un poco asustadas, empezamos a preguntar algunas cosas y A todas las respondía bien, pero cuando ya no había más cosas que preguntar, a una amiga se le ocurrió consultar algo más serio: Entre las chicas que estábamos ahí había una, la dueña de la casa con un familiar, su abuelo, internado en un hospital muy lejos de ahí. entonces, para comprobar si el espíritu realmente sabía todo, una chica le preguntó por el abuelo de la dueña de casa.

La copa comenzó a dar vueltas, explotó y el volumen de la radio subió hasta el máximo, volvió a bajar y el televisor se apagó. Todas habíamos quedado completamente shockeadas, nadie se podía mover. Justo cuando alguien alcanzó a pararse sin decir nada ya que nadie lo podía creer, sonó el teléfono.

Era otra cosa extraña, ¿quien iba a llamar tan tarde? Mi amiga atendió y una voz masculina pidió por su madre, ella le dijo que dormía y si no era posible llamarla en otro momento. La voz respondió qué era una urgencia. La madre de mi amiga, bajó al rato junto con el esposo, los dos tenían los ojos vidriosos, que transmitían mucha tristeza. Llamaron a mi amiga para hablar a solas Y al volver estaba llorando: su abuelo había fallecido unos minutos antes.

En ese momento supimos que nos habíamos metido con algo más grave, ya no era mas gracioso y todas nos sentíamos muy culpables por la muerte del abuelo de nuestra amiga, y todo lo que había pasado nos daba mucho miedo.
Al día siguiente, nadie se animaba a volver a hablar de lo sucedido el día anterior y pensaron que ya todo había terminado.



Pero nos preocupamos un poco cuando fuimos a clases y estaba ausente. Mis amigas y yo nos preocupamos, quizás si había algo peor que la muerte del abuelo de nuestra compañera y algo le había pasado que había impedido que fuera a las clases. En el primer recreo, fuimos todas las que habíamos estado en su casa ESE día y la llamamos. La madre nos atendió y nos dijo que su hija estaba en lo de su abuela. Al otro día cuando llegó al colegio todas le fuimos a hablar, ella estaba muy mal, y casi siempre miraba hacia abajo, evitaba el contacto con nuestros ojos, hasta que al fin nos contó que en su casa estaban pasando cosas muy extrañas y por eso decidió ir a la casa de su abuela. Dijo que en su casa, las cosas se movían, y siempre pensaba que había alguien más con ella cuando estaba sola, le daba mucho miedo, y quería alejarse de eso yéndose a la casa de su abuela.

Como nos sentíamos muy responsables por lo sucedido intentamos buscar a alguien que supiese de espíritus, y sobre el juego de la copa. Investigamos por todos lados hasta que finalmente dimos con algunas personas que estaban dispuestas a ayudarnos a espantar el espíritu de la casa de mi amiga. Nos dijeron que cuando explotó la copa, el espíritu se liberó y quedó en la casa y la única manera de sacarlo era haciendo una bendición a la casa.
Fue muy difícil explicarle a los padres de nuestra amiga que era necesario que un cura trajera la bendición a la casa, y que nosotras habíamos estado jugando al juego de la copa. Desde ese día decidimos nunca más jugar con ese tipo de cosas.

Un invierno que acabó con ellos de SOFÍA CHAVERO





Una familia muy unida y feliz vivían tranquilos en el centro de la cuidad. El padre trabajaba en una empresa, la madre era ama de casa y su pequeño y único hijo de tan solo 4 años iba al jardín. Todo era muy estable, al parecer una familia bastante normal.

A Carlos, el padre, una mañana en su trabajo le dieron una noticia que no parecía ser tan mala. Aunque no era de su agrado, no tuvo mas opción que aceptar a aquella propuesta. Tendría que pasar el invierno en la fábrica donde trabajaba con su esposa y su hijo. Allí el invierno duraba unos largos, duros y fríos 6 meses. La nieve tapaba la cuidad y paraba cualquier actividad que en aquella se hacía.

Todo comenzó lo mejor que se pudo. El pequeño niño, llamado Martín, se las rebuscaba para jugar y divertirse solo. La madre, Nora, se preocupaba por ordenar y ayudar a su marido en el trabajo.
Los días pasaban y cada vez se hacía mas duro sobrevivir. La relación entre ellos se tornó complicada. Ya casi no había comunicación.

El padre invertía todo su tiempo trabajando, y eso hacía que él estuviera muy cansado y de muy poco buen humor. Nora quería ayudar a Carlos pero terminaban siempre en alguna discusión. Y Martín estaba bastante solo. El encierro los estaba perjudicando.

Martín quiso contarle algo a la madre pero ella no le prestaba mucha atención. El había estado teniendo contacto con gente del más allá. Gente que solo él podía ver.
Una tarde pudo hacer que Nora lo escuchara y le contó que veía siempre a una nena de cabellos rubios que lo miraba y pedía ayuda. La madre no supo qué decir, lo primero que pensó fue que el niño había comenzado a tener alucinaciones porque ella sabía muy bien que en la fábrica sólo estaban ellos tres. Ella contó esto a su marido, pero como siempre él no la escuchó ni le creyó y encima se enojó y trató al hijo y a ella de locos.

Nora comenzó a entrar en una crisis de depresión muy grande en la que no sabía ya que pensar qué hacer ni qué decir. Su mundo terminaba en aquellas paredes y no había escapatoria, y recién habían transcurrido dos meses. Era muy enfermante estar en ese lugar, ya ninguno podía ni mirarse las caras sin hacerlo con odio.

Martín una mañana se levantó de haber tenido una pesadilla en la que estaba aquella niña de cabellos rubios, en donde él veía como ella moría. Luego de una habitación salía una avalancha de sangre, sangre muy roja. El quedó bastante atónito con esta pesadilla tanto que comenzó a perseguirse y a tener cada vez mas visiones.

Al ver que esta situación se repetía en forma continua el niño intentó hablar nuevamente con el padre queriendo lograr que él le creyera y lo ayudara. Pero esto no fue así. Contrariamente el padre se enfureció mucho al escuchar a su hijo hablar de ese tema y esa misma furia lo llevó a la locura. Dejó su trabajo ya sin importarle nada y esperó tirado en el suelo, de forma sigilosa, hasta altas horas de la noche. Llegado ese momento, tomó una herramienta que había guardado en su bolsillo al terminar de reparar una de las máquinas de la fábrica, la miró fijamente, se puso de pie y se dirigió directamente al lugar en donde su hijo y su esposa descansaban. Su rostro reflejaba algo más que inconciencia, algo muy similar a la demencia. Y en ese estado fue como, con aquella filosa herramienta en su mano derecha, se abalanzó sobre ellos introduciendo su arma primero en le pecho de su esposa y luego en el de su hijo. La muerte de ambos fue inmediata como también lo fue la vuelta en sí de aquel hombre, quien sin saber que hacer al tomar conciencia de lo sucedido, se suicidó, tomando la decisión de que fuera aquel invierno el que acabara con ellos.

miércoles, 22 de agosto de 2007

AÑO NUEVO de Santiago Fernández Núñez




El 31 de diciembre de 1999 a las 12:00 de la noche comenzaría un nuevo milenio. La gente de Olivos, Provincia de Buenos Aires, estaba reunida en la plaza, esperando el momento tan ansiado. Mientras muchos festejaban, un chico llamado Pedro, de tan solo 10 años, estaba tirando fuegos de artificio en una de las esquinas. En ese momento un auto con varios chicos que volvían de una fiesta muy alcoholizados lo atropellaron llevándolo a la muerte.

Durante muchos años la gente de Olivos contó cómo sus hijos veían cada año nuevo en la plaza, la figura de Pedro tirado en la calle todo lleno de sangre con los fuegos artificiales alrededor de él.

Todo parecía volver a suceder cada noche, cada 31 de diciembre, por años, hasta que un día Roberto uno de los líderes de los boy scout de Olivos, encargado de realizar la fogata que recibiría un nuevo año, desapareció en medio de gritos y corridas por el derrumbe de la misma.

Luego de buscarlo por todos los rincones, y callejones del lugar lo encontraron llorando, en el mismo lugar en el cual Pedro había sidoatropellado, nadie supo bien que había sucedido hasta que el mismo Robertito comentó: “Cuando estaba por irme a casa luego de prender la fogata vi unos petardos peligrosamente puestos arriba de un auto y un niño de alrededor de 10 años en posición de prenderlos, al ver lo que sucedía me apresuré a sacarle el encendedor de la mano, pero en el momento en que me vio acercándome salió corriendo y un auto lo atropelló” .

La gente del lugar al escuchar esto se encaminó hacia donde Robertito había visto el accidente, pero luego de revisar lo único que encontraron fue un encendedor de mecha encendido, tirado en el piso. Ningún chico fue reportado extraviado en la comisaría, esto significaba una sola cosa que el niño atropellado era el mismo que el 31 de diciembre de 1999 había muerto.

Siempre se creyó que un día Pedro resucitaría y mataría con la ayuda de sus padres a los causantes de su muerte, a esos adolescentes que por culpa del alcohol lo mataron.

Hoy en día todos los años se recuerda la muerte de Pedro con un acto en homenaje a su muerte. En la misma plaza. En la misma cuadra. En la misma esquina.
Todavía se cuenta que Pedro recorre la plaza todos los años nuevos en busca de paz y tranquilidad, codeándose con los indigentes que duermen en los bancos y con la gente que festeja un nuevo año.

DESPEDIRSE ANTES DE MORIR de María Cristina Astinza





Una noche de verano, lluviosa y tormentosa, una niña estaba estudiando en el escritorio de su habitación. De pronto escuchó un extraño sonido proveniente de la cocina. por un momento se desconcentró. No podía continuar de lo aterrada que estaba. Volvió a escuchar ese ruido molesto. Era como el golpear de una ventana mal cerrada. La niña no podía entender QUÉ ERA porque sus padres habían cerrado todas las puertas antes de irse de la casa. La niña no sabia adónde se habían ido y eso la asustaba mucho mÁs.

Trato de calmarse y olvidarse de aquel ruido volviendo su concertación hacia el estudio. Quiso pensar que seguro era el viento lo que provocaba que las puertas y ventanas se chocaran y produjeran tal ruido. pasó un rato y cuando la niña ya se había olvidado del ruido se dirigió a la cocina para servirse un vaso de agua , de pronto las ventanas se abrieron. A pesar de que esto era muy aterrador ya que no había viento para que sucediera tal cosa, la niña no sintió miedo, ni ella misma podía entender lo que estaba ocurriendo. sintió una brisa fresca y suave que le recorrió todo el cuerpo. En ese mismo instante escuchó el SONIDO de unas llaves y acto seguido entraron por la puerta sus padres. Ellos le dijeron que su tío había muerto esa noche. La niña corrió haciA ellos y los abrazó y se largó a llorar.

La niña, cuando se fue a dormir, relacionó la muerte de su tío con lo que lo acontecido eN la cocina y pensó QUE SU TÍO HABÍA QUERIDO DESPEDIRLA ANTES DE MORIR.

HISTORIA DE TERROR de Melania Lofredo



Una noche yo estaba estudiando en mi casa con mi familia. Era impresionante el barullo que había, por lo que tuve que subir a mi habitación.
Pasadas unas horas, me fui a dormir, estaba muy cansado sobre todo porque había estado estudiando desde la mañana. Fui al baño. Cuando estaba por salir escuché como unos extraños ruidos, era la primera vez que me sucedía esto. Los ruidos eran tenebrosos, quise salir del baño para fijarme, cuando me atreví a vi a un chico. Me acerqué asustada pero, misteriosamente él se fue. Yo no sabía si había sido mi imaginación.

Fui corriendo a contarle a mi familia lo que me había pasado, pero todos empezaron a reírse a carcajadas. Nadie me creía, hasta ya me trataban de loco. No podía entender, era la verdad y no sabia cómo reaccionar ante esto.
Al día siguiente, mi hermano me contó que le había sucedido lo mismo. Pensé que era un chiste, pero cuando se lo dije me lo negó, le había pasado de verdad. Yo no sabia en qué creer porque el día anterior mi hermano había estado riéndose y tratándome como a un loco. Decidí creerle, ya que sabía lo que se sentía cuando a uno no le creían. Lo estuvimos charlando, y llegamos a un acuerdo. Nuestra abuela, que era la propietaria de la casa vendría la semana que siguiente, pues le contaríamos todo.

Era lógico que algo debiera saber ya que había vivido allí desde bastantes años atrás.
Mientras tanto nosotros estábamos atentos a cualquier ruido, y a cualquier movimiento. Se cumplió la semana, y nuestra abuela regresó. Le contamos todo con detalles. Ella nos respondió de manera entendimos todo.

Hacía mucho tiempo, cuando ella vivía en la casa, había habido una muerte. Un niño que había entrado a la casa porque se le había ido la pelota. Desde ese dia, del niño no se había sabido nada, por eso todos presentieron que algo extraño, algún asesinato había ocurrido. Mi abuela había visto varias veces a ese niño que nosotros le describimos. Era un espíritu que se había quedado en esa casa, porque no estaba descansando en paz. Por lo tanto ya no tuvimos miedo porque sabíamos la verdad y nada nos causaba temor. El niño no apareció más. Nuestra abuela nos dijo que cuando uno se enteraba de la verdad, él no se manifestaba más.

Nunca más volví a ver al niño de Carolina Lera





Hace cinco años yo vivía en una hermosa casa, llena de pasillos y puertas. Mi familia es muy numerosa. Tengo siete hermanos, cuatro de ellos son los más chiquitos y otros tres más grandes.

Una vez yo me encontraba en mi habitación, haciendo un proyecto para la clase de Lengua cuando escuché ruidos. Sin darles importancia seguí con mi actividad. Luego de media hora sentí que alguien estaba caminando por los pasillos, yo creí que era uno de mis hermanos pero luego recordé que estaba sola en la casa.

Asustada me acerqué a la puerta y vi un pequeño niño de aproximadamente seis años, pálido, rubio, de ojos grandes y celestes, vestido con un jean y un buzo rayado rojo y verde. Lo miré a los ojos y pude ver que estaba triste. Me dio lastima entonces me acerqué. Pero cuando di un paso el pequeño salió corriendo sin dejar rastros. Yo lo seguí pero era tan rápido que lo perdí de vista. Lo busqué por toda la casa durante una hora y no lo encontré.

Mi mamá llegó con mis hermanitos que regresaban cansados del colegio. Luego llegaron mis hermanos más grandes y un poco mÁs tarde mi papá.
En la mesa conté la aparición de este chico pero nadie me creyó. Me decían que seguro era un sueño, que eso nunca pudo haber ocurrido.
Al otro día mi hermana, de diez años, vino corriendo a mi habitación. Estaba temblando y lloraba. Inmediatamente le pregunté qué le pasaba y me dijo que había visto al nene, me dijo que era rubio, de ojos celestes, me contó como estaba vestido y me di cuenta que era el mismo que yo había visto.

Con mi hermana decidimos contarle a mi abuela, ya que había vivido en mi casa durante muchos años. Ella nos creyó, nos contó que un día un chico se apareció en su casa. Y que era exactamente el mismo al que las dos nos referíamos.
En mi casa volvimos a insistir con este tema hasta que, por fin, nos creyeron. Por suerte, luego de unos meses nos tuvimos que mudar ya que mi papá había conseguido trabajo en otra ciudad. Nunca más volví a ver al niño pero siempre, a la noche, me acuerdo de su sonrisa triste, llena de temor y angustia.

UNA SEÑAL de Julieta Pereira


En tiempos lejanos, una noche oscura, un grupo de amigos había decidido reunirse en un campo abandonado. Queriendo desafiar al demonio, decidieron jugar el juego de la copa.

Sobre un tablero colocaron todas la letras del alfabeto y luego todos los números del 0 al 9. Enseguida ubicaron una copa de cristal en el centro del tablero y comenzaron a jugar. Los jóvenes deseaban comprobar la existencia del espíritu. Intentaron lograrlo de muchas formas. Una de estas fue pedirle que se manifestara con una señal de fuego. Pero en el momento nada ocurrió. La copa se movía dando respuesta a las preguntas de aquellos jóvenes. Pero lo que ellos esperaban realmente era aquella señal. El juego había llegado a su fin y esta nunca había aparecido.

Sintiendo una extraña desilusión, cada una de las chicos partió rumbo a su hogar. En el camino de una de ellas, misteriosamente, se hizo presente una mujer cuyo rostro era pálido, casi transparente, sus labios eran rojos y sus cabellos, blancos. Estaba envuelta en un gran manto también de color blanco y parecía flotar en el aire.

Se acercó a aquella jovencita, le entregó un cigarro y luego le ofreció fuego. La chica se lo devolvió diciéndole que estaba intentando dejar el vicio. Repentinamente, la mujer desapareció. Pero esta situación se repitió varias veces hasta que en la última, ésta dijo: -Si no quieres fuego, ¿para que me lo habías pedido?-

domingo, 19 de agosto de 2007

EL ALMA DEL NIÑO de Florencia Fragaliti






Era de noche, el cielo ESTABA oscuro y el viento soplaba muy fuerte, pero yo no lo oía ni lo sentía ya que me encontraba en mi cuarto de estudio y las ventanas estaban herméticamente cerradas pero sÍ se escuchaba el murmullo muy fuerte que provenía del piso de abajo, ya que eran mis hermanos que no paraban de gritar y jugar; mientras que yo seguía haciendo mi tarea que con poca concentración.

Después de un rato, escuché unos pasos, que sigilosamente se iban acercando por el pasillo hacia el cuarto donde yo me encontraba. Esto no impidió que yo siguiera con mi tarea, pero luego de un rato, cuando OÍ que el ruido ya estaba cerca, la intriga me venció y me di vuelta. Pude divisar difícilmente a un niño de buzo azul rayado, porque al girar él salió corriendo velozmente. No le di mucha importancia, ya que podría haber sido uno de mis hermanitos que se estaba haciendo el gracioso, y continué con mi trabajo.

Cuando terminé, bajé a cenar junto con mi familia, al sentarme reconocí que ninguno de ellos llevaba puesto un buzo de ese color como el que había visto. Igual lo pasé por alto y seguí comiendo.

Ya había pasado mucho tiempo desde lo sucedido, hasta que un día mi hermano mÁs grande comentó en la mesa que mientras estaba en su cuarto vio a un niño pero, cuando se LE acercó éste salió corriendo. Recordé lo que me había pasado esa noche, fue algo realmente extraño, a mis padres no les importó porque pensaron que les estábamos haciendo un chiste y queríamos asustar a los mas chiquitos.


Intenté investigar más sobre ese hecho extraño, pero el supuesto niño ya no aparecía.

Otra noche cuando estábamos cenando con mis abuelos, mi hermano, de 10 años, vino corriendo desde el pasillo y llorando saltó a upa mío. Sentí que estaba asustado, escuchaba el veloz latido de su corazoncito en mi pecho, sus lágrimas caían lentamente por su mejilla y luego se esfumaban en mi buzo de algodón. Le pregunté qué le sucedía y me contestó que había visto a un niño muy extraño, de piel bien blanca pero al mismo tiempo con cicatrices que le cubrían parte de la cara y de pelo oscuro, que lo invitaba a jugar.

Jugaron por un rato, pero después, cuando mi hermano quiso venir con nosotros, el niño no lo dejó y comenzó a correrlo por toda la casa. Al oír esto mis padres subieron a inspeccionar pero ya no estaba. Mi abuela nos contó que muchos años atrás, en esta casa vivía una pareja que había tenido un único hijo, éste siempre había querido tener algún hermano pero los padres ya no podían tener más debido a que la madre estaba gravemente enferma.

Los tres habían muerto cuando el pequeño tenía tan solo 10 años de edad en un accidente. Entonces dicen que el alma del niño siguió habitando en esta casa y siempre espera que algún otro chico para que juegue con él y así llevárselo al más allá.

Al oír este relato todos nos quedamos paralizados, cada noche sentíamos que alguien venía hacia nosotros y nos llamaba. El más pequeño ya no podía dormir solo en su cuarto debido al gran susto que se pegó aquella noche. Mis padres no tardaron en buscar una casa nueva y enseguida nos mudamos. Ahora ya no sé qué le sucedió a ese niño fantasma pero por suerte estamos todos a salvo. Me contaron que una pareja con varios niños había comprado la casa y a los pocos días de mudarse uno de sus hijos desapareció.

UN DORMITORIO CERRADO de Mili Rodríguez




Una hermosa tarde, estaba Mica en la casa de la abuela de Martina. La chica le mostró toda la casa de la abuela para que su amiga no se perdiera. Primero le mostró los cuatro dormitorios con sus baños y el baño principal. Por ultimo, la llevó a la enorme cocina y al dormitorio de servicios.


Al pasar por un dormitorio cerrado le contó que hacía unos años había muerto una mucama en ese cuarto y la abuela era quien la había encontrado. Por ese motivo se mantenía la puerta del dormitorio bajo llave. Luego de jugar en el enorme, florido y cálido jardín decidieron entrara tomar el té y a ver un poco de televisión con los perritos de la vieja. Después de tomar el té decidieron ir a pasear a los perritos por elparque. Mientras estaban paseando a los perros a Martu se le ocurrió que podrían jugar al juego de la copa ya que estaba oscureciendo.Entraron rápidamente para buscar los elementos.


Tomaron una copa de cristal, un balde con agua y armaron un abecedario conlos números del 0 al 9. Cuando empezaron a jugar la copa no se movía pero, luego de variosIntentos, ésta se empezó a deslizar y ahí comenzó el juego. Lo primero que le preguntaron fue el nombre, y esta respondió que se llamaba Maria al ver este nombre Martina se asustó mucho ya que la empleada que había fallecido en dicha casa se llamaba Maria y lo mas seguro era que el espíritu fuera de ella.


Por este motivo se asustaron y corrieron al cuarto de la nona para contarle lo sucedido. La abuela también se asustó porque había dicho que ella había contratado a unas personas para que le sacaran los espíritus de la casa y les pidió que no jugaran mas. Pero las dos niñas sin hacer caso fueron a jugar de vuelta. Esta vez el espíritu se llamaba Ian Franco y como Martu no se acordabacómo se llamaba su abuelo pero le sonaba mucho el nombre se lo preguntó a su abuela y ella le respondió: Ian Franco



Para no perder la costumbre estas dos volvieron a salir corriendo al cuarto de la abuela y le contaron todo lo sucedido en el segundo intento. Como la abuela se asustó y las retó ya no lo pudieron hacer otra vez. Ya era tarde, y no faltaba mucho para que fueran a buscar a Micaentonces decidieron empezar a ver una película de terror. Ya casi en la mitad, vieron dos sombras que se acercaban y de repente escucharon los ladridos de los perros.

LA PIBITA de Renzo Franceschini




Era una noche de verano. Cuando la brisa caliente pasaba por nuestros cuellos y se sentía una frescura increíble. Mis amigos y yo estábamos tranquilos, charlando sobre historias de terror, cuando uno de ellos nos contó una aterrorizante.




Se trataba de una niña que había sido secuestrada y descuartizada en aquel pueblo. La historia tenia un desarrollo impresionante al cual no le presté mucha atención; pero en el instante en que le preguntamos como se llamaba esa pequeña nos contestó: “La pibita”.


En ese momento, las luces de los faroles de las calles se apagaron repentinamente, y salimos corriendo hasta la casa de otro amigo, donde nos encontrábamos todos. Al llegar, contamos nuestra escalofriante historia a los demás, quienes apreciaron detalle por detalle el cuento. Pero lo peor no había pasado aun. Uno preguntó cuando se habían apagado las luces y respondimos: -cuando dijimos…”la pibita”...




De un instante para otro, los rociadores del jardín se encendieron, nos empapamos…y nunca…pero nunca, volvimos a pronunciar ese apodo.

EL MAR DESPINTADO de Tomás Malvicino




Todos los días era lo mismo. Juan pintaba el mar todo el tiempo. Desde que se levantaba, se iba a su terraza y observaba el espléndido día. Traía sus caballetes y empezaba a pintar.Primero mezclaba el azul con un poco de blanco, celeste o verde. Pasaba todo el día, de mañana a noche pintando, y al final del día, desaparecía y dejaba su obra en el balcón para que todos la VIERAN. Pero un día, llovió tanto durante toda la noche, que al amanecer, la pintura se había despintado toda.


Juan se levantó y al verla dijo –“Que bueno, he hecho mi mejor obra”-

NOCHE EN EL CEMENTERIO de Tomás Malvicino


NOCHE EN EL CEMENTERIO de Tomás Malvicino



ERA UNA NOCHE OSCURA. HABÍA LLOVIDO TODA LA SEMANA, Y EN ESE MOMENTO, CAÍAN TAMBIÉN TRUENOS Y RAYOS. PEDRO, MARCOS, AGUSTÍN, ANTONELA Y CARLA ESTABAN JUGANDO AL JUEGO DE LA COPA EN LA CASA DE PEDRO. DESPUÉS DE CONVOCAR A VARIOS ESPÍRITUS Y HABLAR CON ELLOS, SE FUERON A UN BAR Y TOMARON TANTO QUE SE EMBORRACHARON LOS CINCO. ESTANDO EBRIOS, DECIDIERON IR A PASAR UN RATO A UN CEMENTERIO QUE QUEDABA A CINCO CUADRAS DEL BAR.



AL LLEGAR, TREPARON UN PORTÓN Y ENTRARON. MIENTRAS PASABAN POR LAS AÑEJAS TUMBAS, SE SACABAN FOTOS Y HABLABAN EN VOZ TENUE. PASARON DESDE LAS 2:00 AM HASTA LAS 4:30 AM EN EL CEMENTERIO, Y EN ESE TIEMPO, SACARON MAS DE 40 FOTOS. DESPUÉS FUE CADA UNO A SU CASA. AL OTRO DÍA, LOS CHICOS DECIDIERON JUNTARSE NUEVAMENTE, PERO ESTA VEZ EN LA CASA DE MARCOS. PEDRO LLEVO LA CÁMARA , CON LA QUE HABÍA SACADO LAS FOTOS EN EL CEMENTERIO Y SE LAS MOSTRÓ A LOS CHICOS, YA QUE POCO SE ACORDABAN DE ESA NOCHE. LAS MIRARON DURANTE 15 MINUTOS, HASTA QUE SE DETUVIERON FIJAMENTE EN UNA FOTO QUE LES LLAMO LA ATENCIÓN. QUIEN LA HABÍA SACADO , HABÍA PUESTO EL DEDO EN EL FOCO. ERA UN DEDO VERDE. TODOS PREGUNTARON




QUIÉN HABÍA SIDO EL QUE LA HABÍA SACADO Y SE SORPRENDIERON AL DESCUBRIR QUE EN LA IMAGEN FIGURABAN LOS CINCO AMIGOS… ¿QUIÉN HABRÍA SACADO LA FOTO?


UNA HISTORIA DE MIEDO de Guillermina Ballabriga




Odiaba visitar a mis tíos. Siempre tenían una historia de terror para contarme, que no me dejaría dormir por días.
En mi última estadía en aquella casona en el campo, mi tío decidió narrarme una leyenda. Aparentemente él no creía en lo que el relato decía, pero yo en cambio, sospechaba que algo de toda esa horrible historia era cierto.
Ésta trataba de que hacía ya muchos años, un hombre habría sido asesinado por un gato mediante un corte profundo en su yugular, que podría decirse que lo decapitó.
Era un gato de pelaje oscuro. Esto se había evidenciado por las huellas de sangre que cubrían gran parte del cadáver y el piso de madera crujiente.
En ese momento, mi tía prosiguió con el relato diciendo que el espíritu de aquel hombre los diez de cada mes, día en que había sido aniquilado, tomaba forma de gato negro, de ojos color amarillo ocre penetrantes.
Se dice que el felino se interna en la casona, a las doce de la noche aproximadamente e instintivamente se dirige a su antigua habitación. De un salto se sube a la cama y se dispone a matar a quien durmiese en ese lecho, tan grande y solitario.
No dudé ni un segundo en averiguar sobre ese hecho. Busqué en diarios y revistas, hasta que de pronto encontré una imagen, en un periódico de 1987. Ésta mostraba una casa gigantesca, que por el paisaje que se podía observar tras ella, se encontraba en un campo. Me era muy familiar pero, fue muy tarde cuando me di cuenta. Leí apresurada el artículo y éste relataba tal cual lo que mis tíos días atrás me habían contado.

Volví a la casona con el diario en mis manos, ya que fui a investigar a una biblioteca del pueblo más cercano, sin embargo no encontré a nadie allí. Comencé a desesperarme y a gritar casi sin voz los nombres de mis tíos. Fue ahí cuando hallé una nota de ellos que decía que habían tenido que viajar hacia la ciudad urgentemente y que estarían de regreso a la mañana siguiente.
Ya era tarde. Era 10 de julio. Ya era tarde para notar que la casona en la foto era la misma en donde yo pasaba todas mis vacaciones de invierno. Ya era tarde para darme cuenta de que faltaba poco para la media noche y que era yo la que residía en aquella condenada habitación, escenario de sangrientos asesinatos. Fue muy tarde para darme cuenta de que el gato negro de ojos penetrantes se encontraba frente a mí, dispuesto a descuartizarme.

RELATO BREVE CON DIFERENTES INTERPRETACIONES:

Fui en busca de un árbol. Uno muy grande, un roble quizás. Un pino, un eucalipto también. O uno raro, como un palo borracho.
Salí de casa temprano, a las siete y media de la mañana, con todo mi equipo, cámara fotográfica, libros, etc. Llevé una carpa, por si que acampar.
Caminé y caminé. Caminé por días.
Cuando volví a casa, me alegré de ver que todo estaba en orden. Las habitaciones estaban limpias, todas mis cosas tal cual las había dejado el día en que me fui. El patio había sido barrido, y el árbol que había buscado estaba en su cantero, bien plantado.

SUBIENDO LAS ESCALERAS de Juan Manuel Franzese




Cuando yo me baño tengo que encender todas las luces porque tengo miedo de que alguien entre cuando me estoy bañando y nos roben todo. Cuando me mandan a buscar algo arriba voy subiendo las escaleras muy rápido y bajo rápido también porque tengo miedo de que me persigan por detrás y me maten.
Me dicen mis papás que baje despacio porque me puedo caer por las escaleras.
Una vez cuando bajaba, me caí porque subí a lo loco.

AQUELLA MALDICIÓN de Arantxa Martínez































Era una tarde de invierno, 9 de julio para ser mas especifica. Salía del cine cuando vi unas pequeñas bolitas de color blanco cayendo del cielo. No lo podía creer nevando en Buenos Aires y tan cerca del río. Era un fenómeno inexplicable. Me subí al auto y fui a mi casa esperando que Rita, la empleada, haya cocinado unos ricos scons con dulce de arándanos.
Al bajar del automóvil pisé un charco cubierto de escarcha que me arruinó los zapatos nuevos. Entre rápidamente a mi casa que tenía el techo cubierto de nieve. Me saqué los zapatos y me puse unos escarpines. Al contemplar tal fenómeno me pregunté:
- ¿Cómo puede ser que pase esto?- Sin pensarlo me puse a buscar información sobre la última nevada en Buenos Aires. Me encontré con innumerables artículos que hablaban sobre la nevada de hace 89 años atrás. Después de leer mucho me encontré con un texto que hablaba sobre una maldición cuando nevaba en Buenos Aires. El texto decía lo siguiente:
Mientras todos juegan con este supuesto día sagrado que es que nieve en Buenos Aires no saben que luego de las 12 de la noche toda la nieve que no ha sido barrida se convertirá en espíritu que lo único que harán será molestar en su casa y no los podrán sacar hasta que nieve otra vez.

Me quedé atónita y le ordené a Rita que barra a cada hora la nieve que se acumulara. Luego me puse a buscar si había alguna persona que hubiera experimentado aquello. Me encontré con una lista de 15 personas. El primer caso contaba que su casa era muy pequeña y por lo tanto se escuchaba todo lo que se movía. La señora vivía sola sin mascotas. Un día escuchó a la televisión prenderse y apagarse; otro vio que los placards de la cocina se abrían y que de ellos salían piezas de vajilla; otro que una mesa se movía de un lado del living-comedor al otro.

Estaba muerta de miedo, no sabía que era. Un día me saltó una página donde comentaba una señora de unos 70 años lo que ocurriría después de la nevada. Todo concordaba. Efectivamente había espíritus en la casa. Sin pensarlo dos veces me fui de mi casa poniéndole al salir un cartel que decía “habitado por seres del más allá, no pasar”.Comentaba ella.

El segundo era un poco bastante más tétrico pues ya involucraba la muerte de una persona. Dos días antes de la nevada un matrimonio de unos 10 años de casados decidió poner un placard fuera del su dormitorio ya que este tambaleaba y era muy probable que un día se cayera sobre ellos mientras dormían. Dos días después de la nevada mientras el señor de la casa dormía y la señora cocinaba el mueble comenzó a flotar y dirigirse hacia el cuarto del matrimonio. La señora muerta de miedo lo siguió; antes de que pudiera deducirlo el mueble se cayó sobre su esposo dejándolo instantáneamente muerto. Unos grandes ojos negros aparecieron y ella se desmayó.

El tercero se trataba de un apersona que tenia 110 años y que desde hacía 89 ella todos los días cada dos horas tenía que volver a poner en su lugar el papel higiénico ya que “alguien” lo sacaba tras ese período y lo colocaba detrás del inodoro. El 9 de julio pasado en la casa de esta persona comenzó a nevar a las 10 de la mañana y a las 12 el papel higiénico seguía en su respectivo lugar. Este era un caso efectivo de la maldición. La señora agradecía que hubiera sido algo aunque molesto casi insignificante.

Estaba tan asustada que decidí cerrar la página y comunicarles esto a todos mis conocidos. Mi mensaje no le llegó a uno de ellos a un amigo que se había mudado hace uno días, nadie sabía donde ubicarlo.
Ya pasó un mes desde el día que nevó y nadie sabe nada de él. En un momento pensé en acercarme a la dirección que figura en la guía como suya pero luego me di cuenta de que sería muy arriesgado ir sola.
En este momento estoy contactando a un grupo de amigos. Con ellos voy a entrar a la casa y descubrir si lo que le pasó a mi amigo es fruto de aquella maldición.

sábado, 18 de agosto de 2007

Estaba de frente a la oscuridad de Clara Baserga




Comencé a percibirlos hace ya más de cinco años. Parecía gente normal, dentro de todo.
Al principio no me percaté de su existencia, y me remití a pensar que eran solo parte de mi imaginación, pero con el paso del tiempo empezaron a preocuparme. Distinguirlos fue todo un arte para mí, y llegué a la cuidadosa conclusión de que estos “entes” no tenían pies.
Caminaban entre nosotros, eran parte de nuestra vida, pero nadie los veía, salvo yo. Intenté contárselo a varias personas pero sólo se reían de mí. Igual no les daba mucha importancia, ya que simulaban ser inofensivos. O al menos lo aparentaban.


Hasta que me fui de campamento con tres amigos, que se habían enterado de mis visiones cuando recién me había dado cuenta de que convivían conmigo permanentemente. Pero nunca se rieron, aún luego de la experiencia en la cabaña. La alquilamos a modo de aventura. Era un bosque lejos de la cuidad. Se cernía sobre un enorme lago. Tenía dos cuartos: uno sería utilizado por nosotras, y el otro por los chicos.


Las primeras dos noches pasaron sin problemas. Durante el día estuvimos distraídos investigando la zona. Sin embargo, en el tercer día de nuestra estadía, reinó la lluvia y no nos permitió alejarnos de la cabaña. Teníamos abundante alimento así que no nos haría falta. Cada uno había traído consigo tres cobertores, en caso de que a alguien le faltase, aunque los chicos fueron lo bastante responsables como para acordarse de traer por su cuenta.
Nos reunimos todos en el cuarto de los chicos, abrigados, ya que era una noche fría a causa de la lluvia. Y, en ese ámbito, fue cuando sucedió. Hubo un gran apagón y en una ráfaga de segundo estábamos todos abajo buscando un par de fósforos. Mientras los chicos revisaban los cajones de los muebles del vestíbulo, yo me dirigí a buscarlos en la cocina.
De pronto lo escuché. Era un ruido crepitante. Madera. Fuego. Cien mil llamas ardiendo fervientemente resonaron en mi mente. Mi pulso se aceleró vertiginosamente y empecé a transpirar. Estaba totalmente paralizada frente a la ventana de la cocina. Podía ver cómo llovía afuera. Pero no me atrevía a darme vuelta. Un escalofrío recorrió cada una de mis vértebras, provocando un estremecimiento. De a poco, me di vuelta. No vi nada durante el poco tiempo que estuve sin ver. Estaba de frente a la oscuridad misma, pero la vida no me favoreció en ese momento y la luz volvió. Y entonces fue cuando la vi. Estaba parada en frente de mí , sus ojos fijos en mi cara. Una perturbadora sonrisa estaba dibujada en sus labios. Sentí nauseas y no podía enfocar mis ojos en ningún lugar. Lo último que vi, fue el lugar donde debían estar los pies de la chica. Debían.


Desperté al otro día con el ruido de la lluvia en mis oídos. Estaba acostada en mi cama y a mi lado se encontré tres bultos. Mi amiga estaba recostada en la pared, su cara demostraba cansancio y supuse que se debía de haber quedado cuidándome toda la noche. Malos recuerdos se atropellaron en mi cabeza e intenté disiparlos, pero no podía. Mi respiración se agitó, y esto provocó que uno de mis amigos se despertara. Me miró y al ver mi mirada ausente se acercó a mí corriendo. Me abrazó y me pidió que me calmara pero las imágenes se abultaban en mis pensamientos y yo ya no tenía contacto con la realidad. Había perdido toda relación con mi ser, mi alma ya no pertenecía a mi cuerpo. Desde este nuevo punto de vista pude observar al chico que sostenía mi cuerpo en trance sin entenderlo. Y vi cómo lloraba por él. Me acerqué para preguntarle qué le sucedía. De pronto pude entender lo que le sucedía y lo observé nuevamente pero con otros ojos. Comprendía todo lo que sucedía en esa habitación. Lo abracé y lloré con él.




Le conté lo que había sucedido y me ayudó a soportarlo. Al mismo tiempo él me contó lo que él había visto mientras buscaba la caja de fósforos: cómo me desmayaba sin sentido, como me cuidaron toda la noche. Habían llegado a la conclusión de que había tenido un paro cardíaco, tal vez causado por un ataque de pánico que hasta ese momento no entendían. Pasó bastante tiempo hasta que los otros se despertaron. Y hasta que no lo hicieron no solté la mano de mi amigo. Cada ruido, por más pequeño que fuese, me ponía la piel de gallina. Él me calmaba, era mi único sostén, mi ángel protector.




Su presencia me tranquilizaba ante cualquier situación. Menos la noche. A cada minuto que pasaba la sentía acercarse más y más. Y más crecía mi miedo, cada vez más lo sentía palpitando en mis sienes. Sabía que lo que había causado el ataque la noche anterior no era si no una de aquellas personas, pero esta me aterraba aún más que todas ellas. Este ente encerraba un misterio que debía ser revelado. El día transcurrió sin problemas. La noche cayó y yo no podía quedarme sola. Mis amigos hacían guardia, pero yo no podía separarme de Benjamín. Cada vez que se iba el miedo se apoderaba de mí . Me levantaba de la cama y empezaba a gritar su nombre. Mis ojos se ponían vidriosos y mi voz temblaba. Los otros intentaban calmarme pero nunca lo conseguían; me revolvía en la cama, como una niña caprichosa, esperando que viniera conmigo nuevamente. Y así fue como pasó la cuarta noche. Él durmió pegado a mí, y yo permanecí acurrucada contra su hombro hasta que me quedé dormida.


Amaneció nuevamente. Era el quinto día. La lluvia ya había cesado y el sol sobresalía por sobre los árboles. Desperté a Benjamín y le pedí que nos marcháramos. Nos levantamos, y aún tomados de la mano, salimos de la casa. Y entre los árboles la visualicé otra vez. Apreté la mano de Benjamín, y él paró y dirigió la mirada hacia donde yo la tenía. Una mano me tapó los ojos, y otra comenzó a tirar del la mía. No sabía lo que estaba ocurriendo. Sentí que alguien me alzaba con gran esfuerzo, aún la otra mano tapándome la vista. Sentí frío. Escuché un portazo y la vista volvió. La chica se acercaba al auto. Se abrió una puerta y Benjamín entró en él. Lo encendió apurado y solo se limitó a buscar un pañuelo que me acercó a los ojos. Lo último que vi fue la casa incendiándose y la sonrisa de la chica nuevamente. Después de eso sólo hubo oscuridad. Sentí un miedo aterrador, no lo podía soportar… pero esta vez pude percibir calor. Benjamín no soltó mi mano nunca durante el trayecto. Me repetía siempre las mismas palabras: “Todo va a estar bien”.




Llegamos a su departamento y me ayudó a bajar. Me quitó la venda y me abrazó. Subimos sin soltarnos y mientras el ascensor se acercaba a su piso llamaba a los otros dos que habían quedado en la cabaña. No lograba dar con ninguno de ellos. Puso el altavoz cuando alcanzó uno de sus celulares. Se escuchó una risa y el mismo sonido de la madera quemándose. Y luego la llamada se cortó.

UNA MUJER VESTIDA DE BLANCO de Virginia Delaney



Hace dos años, en la casa de una amiga, empezamos a contarnos historias de terror. Yo, generalmente, me reía de todos estos “cuentos” ya que no creía en los espíritus y todas esas cosas raras. Después de unas cuantas historias de terror, contaron una que, por primera vez, me puso la piel de gallina.

El relato decía que todos los sábados, en los colectivos de línea 60, a las 12 de la noche, se subía una mujer vestida completamente de blanco, que solía viajar en el último asiento . Al escuchar este relato me pareció más un mito urbano que una historia real, pero me produjo escalofríos.

Un año después de este episodio, una noche fría a las 3 de la mañana, después de haber ido a una fiesta en el barrio de Recoleta, tuve que volver en colectivo ya que mis padres no sabían que yo había ido a la fiesta y si se enteraban me iban a castigar por mucho tiempo.

En el momento en el que me subí al colectivo no me acordé de la historia que mi amiga había contado un año atrás. Me fui directamente al asiento al lado de la puerta, me di vuelta porque escuche un silbido. Frente a mis ojos se encontraba una figura blanca. Me costó bastante descifrar qué era, me di cuenta que era espectro porque no tenía pies, y en ese momento se me vino a la cabeza la historia que hacía un año me habían contado. Entré en pánico.

Pegué un grito tan fuerte que el chofer del colectivo frenó y me preguntó si estaba bien. Al ver mi cara de terror se dio cuenta de que era lo que estaba pasando, él sabia que yo me refería al espíritu sentado al final del colectivo. Me explicó que no era solo un mito urbano, que era verdad y que en el barrio le llamaban “la mujer de blanco”. Me dio tanto miedo que no pude evitar salir corriendo de ese colectivo, gracias a Dios ya estaba cerca de mi casa así que no iba a tener que tomar otro colectivo.

Al otro día le conté a mis amigas sobre lo que me había ocurrido, y varias de ellas me dijeron que eso me había pasado por no creer. A partir de ese día, nunca más volví a desconfiar de las historias de fantasmas y espíritus que me contaban.

El espectro de Daniela Stanziola



Agotada de su estresante trabajo, Antonia, una mujer culta y de amplios conocimientos, de estatura media y cabello recogido a la moda antigua, decidió tomarse un fin de semana de vacaciones y alojarse en el lujoso y prestigioso hotel de la zona más cara de la provincia, conocido como el Hotel Hilton.

Luego de acomodar sus pertenencias en la habitación, se dirigió hacia la piscina climatizada donde había reservado una reposera para tomar sol en aquel día tan caluroso. Estuvo allí toda la mañana, disfrutaba aquella rutina y extrañaba los viejos tiempos cuando el trabajo no le resultaba tan cansador y siempre tenía un pequeño espacio para despejarse.

Cuando se acercaba el mediodía, Antonia comenzó a marearse. Sintió fueres dolores de cabeza y pidió que le trajeran un vaso de agua. Al beberlo se sintió mejor pero decidió que, como el sol estaba muy fuerte, debía ir adentro.

Ella, nunca había creído en cosas sobrenaturales. Las historias o anécdotas que le contaban nunca se las había tomado en serio. Prefería tomarlo siempre como parte de la imaginación. Pero este punto de vista cambió definitivamente ese día.

Antonia, recogió su bolso y se paró para entrar al hotel. Dio unos pasos y se detuvo. Vio salir de la piscina a una mujer muy pálida, vestida con una túnica blanca. Caminaba descalza pero no tocaba los pies con el piso. La miraba fijamente, como queriendo decirle algo. Antonia se quedó paralizada.

Aquella mujer era su madre, quien había muerto alrededor de diez años atrás.

De repente, aquel espectro desapareció. Antonia entró a su habitación. Se sentó en la cama sin entender lo que había visto. De pronto, sintió un ruido que venía del baño. Miró hacia allí y la volvió a ver. Estaba parada, apoyada sobre el marco de la puerta. La miraba y sonreía. La agotada trabajadora quiso acercarse a ella, pero al dar los primeros pasos, esa extraña mujer volvió a desaparecer.

Así sucedió varias veces. Antonia se sentía asustada pero feliz a la vez.

El último día de su estadía, no la vio durante toda la mañana y el mediodía. Dejó el hotel sin saber por qué en aquel lugar aparecía su madre; ese extraño espectro.

Hadas de Teresita Gracía Vicente



Un día fui a una feria y vi un libro nombrado “Llamador de duendes y hadas” entonces fui y me lo compré, esa misma tarde yo ya sabia cómo llamar duendes y sus clasificaciones así que decidí llamar un duende bueno y uno malo para que me acompañaran siempre y poder estar en equilibro conmigo misma .Así que les pedí una señal .

Esa misma tarde comencé a caminar con amigos y fuimos a la casa de Teresa, la abuela del barrio. Era la típica señora mayor que sabe de tarot , magia y te cuenta historias increíbles. El patio delantero de su gran casa estaba decorado de duendes de cerámica que producían terror por la gran cantidad de árboles que tapaban la luz solar, eso generaba gran temor al caminar por ahí. Dos de los duendes que habitan el patio se parecían mucho a los duendes que había llamado. Comenzaron a moverse el malo comenzó a golpear la puerta, y el bueno comenzó a cortar los yuyos, creo que el malo hizo esto para que Teresa nos viera y nos retara, y el bueno , para que el lugar no parezca tan tenebroso.

Mis amigos huyeron mientras yo hacia embrujos para tranquilizar a los hombrecillos mágicos, mientras Teresa prendía la luz de la casa que creaba, un enorme destello en el oscuro patio invadido de yuyos. Pero me di cuenta que la persona que salía era ella , pero con una luz especial con alas y luz mucha luz blanca, ahí descubrí que Teresa siempre vivía en oscuridad pero donde ella estaba o iba siempre había luz eso me hizo pensar que , siempre ella había sido muy extravagante, decidí hablar con ella y me confesó que ella era el hada que yo había llamado hacia mucho tiempo.

martes, 14 de agosto de 2007

A LAS DOCE de Lucía Sol Fernández Figuls


A pesar del ruido de la fuerte tormenta en la noche de verano, Carmen se disponía a dormir cuando de repente escuchó la campanada que daba las doce. Generalmente, este sonido duraba solo unos pocos segundos. Pero esta vez al pasar los minutos Carmen se dio cuenta que aquel ruido que se había convertido en un tormento no cesaría si ella no lo paraba manualmente.

Por lo tanto bajó las escaleras con cautela, se dirigió al gran reloj de madera que se encontraba junto a la puerta vaivén de living y pudo parar el sonido después de subirse cuidadosamente a una silla. Al bajarse de ésta, Carmen vio que en la pantalla de su televisor aparecía la cara de una pequeña niña riéndose siniestramente. Muy asustada, la mujer subió con velocidad los peldaños de la escalera.

En un abrir y cerrar de ojos se encontraba en su cama, pensando quien era esa niña. Pero no podía recordarlo.

A la siguiente noche, a Carmen le sucedió lo mismo que la noche anterior, con la diferencia que en esta el temor se apodero de ella y no la dejo dormir hasta la mañana del otro día. Como consecuencia, decidió llamar a un electricista pensando que la falla era del televisor. Pero eso no dio en lo correcto.

Al anochecer, Carmen exhausta decidió acostarse sin saber que, tal vez, esa noche descifraría el misterio.

La tercera noche, sucedió lo mismo que en las anteriores. Esta vez, trató de recordar la imagen de la niña hasta llegar a su cuarto. Pronto se puso a ver el álbum de fotos familiares en donde encontró a la niña que se le aparecía en la televisión.

Desgraciadamente, Carmen nunca supo quién era esa misteriosa niña que se le había aparecido durante tres noches seguidas. Y por más que le preguntó a sus padres por qué estaba en el álbum de fotos, nadie le supo contestar. Lo único que sí supo fue que la niña con cabello rizado y ojos saltones no volvió a aparecer nunca más.